Leonardo y Federico Lequio comparten la génetica y los negocios; con una larga trayectoria familiar en la industria cárnica, son dueños de tres plantas frigoríficas y avanzan en la integración vertical


La familia Lequio cobró mayor notoriedad pública cuando hace poco más de un año desembolsó US$ 10 millones para quedarse con Carnes Pampeanas, el frigorífico que pertenecía a Cresud, el brazo agropecuario de Eduardo Elsztain. Sin embargo, su trayectoria en la industria cárnica data de mediados de la década del ‘40, cuando don José Esteban Domingo Lequio retiraba subproductos bovinos de los frigoríficos localizados en Villa Gobernador Gálvez, Santa Fe, para agregarle valor a lo que, en ese entonces, se consideraban un desecho.

Más acá en el tiempo, la génesis de la familia mutó de la mano de los hermanos Leonardo y Federico Lequio, bisnietos de ese inmigrante italiano que aprovechó las menudencias, tripas, grasas y huesos para crear Euro, la empresa madre del clan. Hoy, Grupo Lequio dice ser el octavo faenador vacuno del país y quinto mayor exportador, a través de tres plantas frigoríficas, un feedlot y su propia red de carnicerías en el mercado interno.

“Con mi hermano Federico, hace poco más de cinco años, decidimos agrupar los negocios cárnicos en un grupo y avanzar en ese canal con una estrategia independiente a la actividad de Euro”, aclara Leonardo, en diálogo con Agrofy News. “Si bien sigue siendo una de las grandes empresas de la región y el lugar donde trabajé de joven, mi generación decidió diversificar los negocios con una mirada integral desde el feedlot hasta el consumidor”, agrega el empresario al frente de un grupo humano de 1500 colaboradores.

Carnes Pampeanas, Frigórifico Alberdi y Carnes del Interior -ahora en venta- son las tres plantas de faena y productos elaborados que tiene el flamante Grupo Lequio, que, solo en mayo, faenó 21.000 vacunos y 9000 cerdos. A su vez, se suman la Estancia del Mojón, que opera el feedlot de 6000 cabezas instantáneas que la familia tiene en Victorica, La Pampa, y Al Fuego, la red de franquicias con la que llega al consumidor de forma directa. “Nuestra intención con el feedlot es sumar 3000 cabezas cada seis meses con la clara visión de llegar a una capacidad de 30.000 cabezas instantáneas para lograr un 50% de abastecimiento de las plantas propias”, adelanta Lequio.
Grupo Lequio: en el campo
La hoja de ruta del Grupo Lequio traza un sendero de crecimiento para los próximos tres años con especial énfasis en la integración vertical. Si bien aún descartan la posibilidad de meterse en cría, el negocio de engorde tiene un margen de expansión importante. Lequio señala que tuvieron el primer feedlot en la provincia de Santa Fe, pero tras la compra de Carnes Pampeanas y con una mirada estrátegica decidieron cerrarlo y seguir con el negocio en un nuevo establecimiento en Victorica, La Pampa.

“Mi hermano Federico está terminando un master en Agronegocios y junto a un equipo de trabajo se ocupa de la compra de hacienda y la elaboración de las fórmulas para obtener los mejores índices de conversión”, señala Lequio y agrega: “Hoy, tenemos un capacidad instantánea de 6000 cabezas y un programa de expansión que nos permita abastecer un 50% de nuestras necesidades en las plantas propias”.

Grupo Lequio tiene una capacidad de extracción de 18.000 cabezas anuales, pero su objetivo es multiplicar por cinco ese número. “Estamos evaluando llegar a 30.000 cabezas de capacidad para lograr una extracción de 90.000 cabezas dentro de tres años”, adelanta el joven empresario.
Todo esto empezó hace solo un año. “El sueño del pibe es tener toda la cadena integrada, pero es muy compleja porque hay que sumar cabezas y hectáreas, es por eso que la posibilidad de ingresar en cría es algo que eventualmente se concretará más adelante”, sintetiza su visión Lequio y suma: “Hoy, llevamos desembolsados más de US$ 5 millones solo en mejoras en las plantas y el desarrollo del feedlot. En ese sentido, aún no tenemos definido si el crecimiento se dará exclusivamente en el feedlot de Victorica o si montaremos nuevos en otras localidades”.

Desde el punto de vista integral, a la hora de evaluar esta clase de inversiones, Lequio señala que los costos son directamente proporcionales y la inversión es exactamente la misma tanto si amplian la unidad o si montan nuevas instalaciones equivalentes en diversos puntos del país, siempre cerca del maíz o la invernada, diversificando el riesgo. “En pocos meses, comenzaremos con la segunda etapa y en un plazo de tres años llevaremos el volumen al 50% de nuestra demanda”.

En todo este proceso las inversiones se fueron generando con el apoyo de inversores y la reinversión del propio giro del negocio. En el caso de los inversores, “tenemos diversos modelos asociativos como en el feedlot, donde el inversor hace un aporte para la compra de hacienda y recibe un título de propiedad a cambio de una tasa de retorno de acuerdo al ciclo del negocio que tiene un piso, pero nunca techo. Es un modelo de financiación del área rural. Mientras que en las plantas frigoríficas con mi hermano somos los únicos accionistas y logramos financiamiento a través de grupos de inversores institucionales”, explica su fundador.

Grupo Lequio: La historia
La historia de la familia Lequio, como la de muchos inmigrantes, entrelaza la necesidad con la astucia de la mano del trabajo constante, generación tras generación. Si bien Euro llegó a convertirse en un referente regional en su segmento, los hermanos Lequio analizaron que lentamente ese mercado que les permitió desarrollarse va tendiendo a desaparecer. “El uso de las grasas para consumo de alimentos es menor y va migrando a nuevas opciones, del mismo modo que las tripas naturales para embutidos ceden espacio ante productos no naturales y todo eso, sabíamos que en un plazo de 20 a 30 años irá decreciendo paulatinamente por lo cual entendimos que teníamos que diversificarnos”, afirma Leonardo Lequio en su charla con Agrofy News.

En los hechos, reconoce que ese proceso “se fue dando” y si bien no estaba planificado se fueron evaluando alternativas y avanzaron en ese sentido. “Nosotros ya estabamos en la industria porque los proveedores de Euro son las plantas de faenas de todo el país”, repite.

El punto de partida fue 2018 cuando los hermanos Lequio compran Frigorífico Alberdi. ”Era una planta a punto de cerrar con directivos y accionistas que habían cumplido un ciclo tras haber sufrido el cierre de exportaciones de 2006 a 2015. Ya estaban cansandos y yo estaba en búsqueda de una planta para crecer en subproductos, me la ofrecieron, y al comprarla, decidimos cambiar su destino para volverla a posicionar en el mercado internacional”, resume Lequio lo que fue su incursión en Oro Verde, Entre Ríos.

“Empezamos a transitar un proceso a través del cual había que lograr eficiencia en esa planta y supimos que había que desarrollar un saladero de cueros, una planta de rendering para procesar grasas del desprendimiento de la faena, tratamos de eficientizar todo el proceso industrial y empezamos a pensar cuáles serían las mayores amenazas en esta industria”, explica el empresario. “Más allá del veganismo o el avance de las alternativas plant based que crecen al ritmo de los cambios culturales, la principal amenaza del sector es el abastecimiento de la materia de prima, sobre todo en un país tan inestable como el nuestro y decidimos profesionalizarmos en el abastecimiento de hacienda”, afirma Lequio.

La compra de Carnes del Interior surgió casi en simultáneo con Frigórifico Alberdi. Su actual propietario detalla que tiene dos plantas en una, de bovinos y porcinos: “La primera estaba parada y los accionistas querían desprenderse de la misma porque eran productores porcinos y agrícolas, no era su core. Acordamos sumarla con un doble objetivo, por un lado, Alberdi tenía una capacidad mayor de procesamiento de carne de lo que podía faenar y con Carnes del Interior podíamos sumar capacidad de faena, habilitando la planta de vacunos. A su vez, nos tentó la idea de sumar 200 cabezas por día y habilitarla para exportar a China, pero con el cambio de Gobierno se paralizaron las habilitaciones. Como si eso fuese poco, en mayo del año pasado, a partir de la suspensión de exportaciones, tuvimos que parar esa planta”.


Grupo Lequio se queda con la planta de Cresud
Cresud buscaba desprenderse de Carnes Pampeanas hacía tiempo hasta que le extendieron la propuesta a los hermanos Lequio. “Nos tentaba la idea de sumar otra planta y esa en particular porque está bien en todo sentido, tanto su infraestructura como la ubicación al estar cerca de los mejores novillos del país”, precisa Lequio y se explaya: “Si con Alberdi, tenemos muy buena carne, en Carnes Pampeanas accedemos a las razas Angus y Hereford para ofrecer la mejor carne de exportación, pero lamentablemente solo 90 días después de haber sellado la operación, llegaron las restricciones al comercio exterior”. Hoy, los hermanos aseguran que, a pesar de todas las dificultades, las tres plantas están operando, pero “no a full, por el contexto que todos nos conocemos”. De todos modos, desde el Grupo Lequio afirman estar satisfechos con las inversiones realizadas ya que con Alberdi y Carnes Pampeanas tienen dos plantas espejo en lugares estratégicos y su última adquisición “es un emblema para la provincia de La Pampa”.

En una mirada integral del negocio, Lequio señala que las plantas para faena internacional tienen grandes diferencias con aquellas que solo abastecen la demanda local. “Hay 500 personas de diferencia entre unas y otras, debido a los equipos de calidad y envasado con costos totalmente distintos, por eso cuándo los gobiernos pretenden que vendamos a precios del mercado local se torna inviable el negocio”, dispara el empresario que agrega otro análisis: “En la cadena de valor, observamos que un plazo de cinco a diez años los mayores frentes de batalla de la industria serán el feedlot y las nuevas exigencias de los consumidores, por eso pensamos crecer en esos aspectos. Con la red de franquicias, Al Fuego, vendemos carne envasada al vacio a los segmentos de alta calidad y otras carnicerías de consumo masivo en las puertas de las plantas y otras alrededor de diez sucursales, en Santa Rosa, Paraná y Rosario”.

Grupo Lequio: todos los eslabones
Los hermanos Lequio procesan 21.000 cabezas de vacunos y más de 9000 de cerdos cada 30 días lo que se traduce en una producción de res con hueso superior a las 4000 toneladas entre las tres plantas, donde mientras que poco más del 20% se vuelca al mercado interno, el resto se despacha a Europa, Israel, Chile, Brasil, Estados Unidos y China, este último, dueño del grueso de los envíos.

“Nosotros tenemos muy buena relación con todos los actores del sector y al ser colegas y competidores todos buscamos la misma hacienda por lo cual no podes dormirte un minuto y la eficiencia tiene que ser permanente con grupos muy profesionales en una mercado muy competitivo y atomizado”, describe Lequio.

La industria frigorífica argentina opera sobre una base de 30 plantas exportadoras y más de 150 establecimientos orientados a abastecer el consumo interno. Ante ese escenario, el empresario adelanta que no ve un proceso de concentración, “somos un país muy extenso”, argumenta.

Con respecto al primer eslabón de la cadena, Lequio es crítico. “Creo que los planes ganaderos debe salir del estancamiento en el cual se encuentran hace décadas porque de otro modo no podrá crecer la industria y el comercio. Hay que elevar los niveles de productividad, desde retención de vientres, mejora del destete y peso de faena. Mientras se haga ese trabajo faltará producto porque para tener más mañana, hay retención y menos oferta hoy”, propone y cierra: “En nuestros planes de desarrollo en el negocio de la carne vacuna, pensamos desinvertir en el rubro de cerdos, por eso la planta de Carnes del Interior, en María Luisa, Entre Ríos, está en proceso de venta y estamos negociando con diversos interesados para concentrar toda nuestro foco en la carne vacuna”.

* Facundo Sonatti es periodista de negocios especializado en empresas de familia (Twitter: @facusonatti)