En un trabajo conjunto entre la Asociación de Criadores y el INTA Naredo, se presentaron los resultados de una prueba inédita en el país. Por primera vez, se vincula la eficiencia de conversión con la reducción de emisiones.


La ganadería argentina acaba de dar un paso fundamental hacia la eficiencia del siglo XXI. En un escenario global donde la presión por la sostenibilidad y la rentabilidad se cruzan en la puerta del corral, la raza Hereford ha tomado la delantera.

A través de un estudio pionero realizado en la Estación Experimental del INTA Cesáreo Naredo, se dieron a conocer los resultados de la Prueba de Consumo Residual (RFI) 2024-2025, un trabajo que no solo mide cuánto pesan los animales, sino qué tan capaces son de transformar el pasto y el grano en carne de manera inteligente.

Este ensayo, que incluyó a más de 70 toros jóvenes provenientes de nueve cabañas líderes, se convierte en el primer registro nacional que clasifica reproductores jóvenes integrando variables de consumo, producción y, por primera vez, mediciones específicas de gases asociados al proceso digestivo.

Lo que antes era una intuición de campo, hoy cuenta con el respaldo de la ciencia y la tecnología de precisión, permitiendo a los criadores identificar a esos “individuos superiores” que logran destacarse simultáneamente en las planillas de peso y en las de cuidado ambiental.Para el sector, no se trata simplemente de una tabla de posiciones, sino de un cambio de paradigma en la selección genética. José Arroquy, investigador del INTA y el Conicet, fue tajante al definir el alcance de este convenio entre Hereford Argentina y el organismo estatal.

“Logramos mostrar que existen animales que se destacan por su eficiencia y desempeño bajo condiciones controladas, aportando información concreta para orientar la selección de reproductores superiores”, dijo el investigador. Es, en definitiva, ponerle números a la eficiencia biológica.

LA BRECHA DE LA EFICIENCIA
Los resultados obtenidos en el sur bonaerense dejaron al descubierto contrastes que impactan directamente en el bolsillo del productor. Durante la prueba, se detectó una diferencia de hasta 1,85 kilos diarios de consumo entre el toro más eficiente y el menos eficiente, a pesar de que ambos lograban niveles de producción equivalentes.

Esta brecha confirma que no todos los animales procesan el alimento de la misma forma y que la identificación de aquellos con “consumo residual negativo” es la llave para optimizar los costos de alimentación en cualquier planteo ganadero.

María Coria, responsable técnica del estudio e investigadora del INTA Naredo, explicó que la importancia de estos contrastes radica en la capacidad de producir igual o más con una ingesta menor. En promedio, los animales evaluados ganaron 86,5 kilos durante el período de ensayo, pero los picos alcanzaron los 112,5 kilos en los ejemplares más destacados.Estas mediciones, realizadas con comederos automáticos de registro individual, permiten diseccionar el comportamiento de cada reproductor con un rigor que hasta hace pocos años era impensado para la producción comercial.

La conversión alimenticia —el indicador que desvela a los nutricionistas— osciló entre 4,94 y 9,76 kilos de materia seca por cada kilo de peso ganado. Esa amplitud en los datos es, para los expertos, una oportunidad de mejora genética inmediata.

Al disponer de mediciones precisas, las cabañas pueden direccionar sus programas de selección hacia líneas de sangre que no solo aporten estructura y precocidad, sino que garanticen un uso extremadamente eficiente de los recursos forrajeros, elevando el piso de productividad de todo el rodeo nacional.

LIDERANDO LA MEDICIÓN DE EMISIONES A CAMPO
Sin embargo, el gran salto cualitativo de este estudio es la incorporación de la variable ambiental. Hereford se ha convertido en la primera raza en el país en evaluar de manera individual la emisión de gases asociados al proceso fermentativo de los bovinos.

Al cruzar los datos de consumo residual con la producción de gas, el equipo del INTA logró identificar ejemplares que combinan un bajo gasto en alimentación con una menor huella ambiental, un rasgo que empieza a pisar fuerte en los mercados internacionales y en los programas de evaluación modernos.

“Lo interesante es que aparecen toritos que son más eficientes en el uso del alimento y que producen significativamente menos gas”, señaló Arroquy. Esta “genética verde” no solo responde a las demandas de sustentabilidad, sino que es un indicador de una mejor salud digestiva y una fermentación más eficaz.Para Coria, esta novedad técnica permite a las cabañas una diferenciación inmediata: por primera vez, el productor puede elegir un reproductor sabiendo fehacientemente cómo impactará su descendencia en el ecosistema y en la conversión energética del establecimiento.

Este hito se da bajo el paraguas del Programa Carnes y Fibras Animales del INTA, que busca promover sistemas de producción basados en la investigación de frontera. La posibilidad de mirar ambas características en conjunto —producción y ambiente— posiciona a la Argentina en un lugar de privilegio en la provisión de genética de alta performance. El dato ya no es un accesorio, es el motor que permite proyectar avances reales en los rodeos y asegurar la competitividad de la carne argentina en un mundo cada vez más exigente.

HACIA UNA BASE DE DATOS FEDERAL
A pesar del éxito de esta primera etapa, los investigadores aseguran que este trabajo será el “faro” para los próximos años de la ganadería argentina. El desafío ahora es procesar la información de los toritos evaluados en el ciclo 2024-2025 para ampliar la base estadística y comenzar a comparar resultados entre diferentes años y líneas genéticas. Como explica Arroquy, la precisión y el poder de selección crecen de manera exponencial a medida que se suman más individuos a las evaluaciones, permitiendo un mapeo cada vez más fino de la raza.

La construcción de este conocimiento acumulable es lo que le da solidez al proyecto. El trabajo coordinado entre distintas unidades del INTA y la Asociación de Criadores de Hereford demuestra que la integración público-privada es el camino para generar herramientas útiles para el productor de a pie.En un sector donde los ciclos son largos, contar con información verificada sobre la eficiencia de los reproductores jóvenes permite acortar los tiempos de mejora y asegurar que la inversión en genética tenga un retorno garantizado en los corrales de engorde o en la cría.

En definitiva, la eficiencia basada en mediciones de rigor y comparaciones reales se posiciona como el pilar fundamental para el futuro de la cadena cárnica. Con el cierre de esta prueba, la Hereford no solo ratifica su vigencia como raza rústica y productiva, sino que se planta como una opción tecnológica de punta, capaz de ofrecer soluciones concretas a los desafíos del clima, los costos y la demanda global. El futuro de la ganadería ya no se imagina, se mide en kilos de carne por kilo de alimento.