En el primer cuatrimestre, las compras al exterior de la oleaginosa demandaron U$S 1.810 millones, un 80% más que las importaciones de gasoil. Desde la industria aseguran que es la única manera de no parar.


La sequía 2022/23 quedará inscripta en las páginas tanto físicas como digitales de la historia productiva argentina, no solo por un derrumbe de la cosecha prácticamente sin precedentes sino también por otros datos inéditos derivados de ese desplome.

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) difundió en las últimas horas su informe de Intercambio Comercial Argentino (ICA), en el que resume los datos de las exportaciones e importaciones del país.


Y en abril se consolidó un indicador realmente insólito, asociado a la sequía: la necesidad de materia prima de las plantas industriales ha llevado a que la soja sea el principal producto importado por Argentina en los últimos meses.



Solo el mes pasado demandó U$S 708 millones, un 166,5% más que el año pasado, por las compras realizadas a Paraguay (60,7%), Brasil (35%) y Bolivia (4,3%). Así, casi 12 de cada 100 dólares destinados a importaciones, fueron para adquirir soja extranjera.

Mientras que en el primer cuatrimestre fueron U$S 1.810 millones (+ 187%) los que salieron del país para poder ingresar la oleaginosa, cuyo lado positivo es que se transforma en harina y aceite para volver a ser exportada por un mayor valor.

Así, superó al gasoil como el producto más importado: entre enero y abril, el combustible traído del exterior demandó U$S 1.000 millones.

MENOS APORTE DE DÓLARES
Cabe recordar que la soja es el producto que más dólares la genera al país, a través de las exportaciones de harina y aceite de soja. A tal punto es así, que el informe del INDEC contiene siempre un apartado especial para analizar el comercio exterior de la oleaginosa.

Pero entre las menores exportaciones por la seca y las mayores importaciones por el mismo motivo, la balanza comercial del grano y sus subproductos se deterioró, aunque sigue siendo ampliamente positiva.

En abril, las exportaciones sumaron U$S 1.443 millones y descendieron 37,7% en términos interanuales ( (U$S -875 millones). Las importaciones fueron de U$S 712 millones en total, U$S 436 millones más que en igual período del año anterior.


En el cuatrimestre, las exportaciones netas (exportaciones menos importaciones) alcanzaron el valor de U$S 2.456 millones, lo que significa U$S 3.600 millones menos (-59,4%) que en igual lapso de 2023.

Las exportaciones de los principales productos relacionados con la soja y sus subproductos totalizaron U$S 4.283 millones de dólares, con una baja de 36,3% en términos interanuales (U$S -2.438 millones de dólares). Por su parte, las importaciones, como se mencionó, fueron de U$S 1.810 millones; es decir, U$S 1.179 millones que 12 meses atrás.

LA DEFENSA DE LA INDUSTRIA
En este contexto, la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) salió a defender la necesidad de importar soja en un volumen récord, debido a que de lo contrario estaría obligada a paralizar las plantas procesadoras de harinas y aceites.

CIARA recordó que en el Gran Rosario hay capacidad instalada suficiente para moler 70 millones de toneladas por año, pero que en 2023 podrían procesar apenas 27,5 millones, una cifra que incluso podría seguir achicándose si la soja sigue profundizando su caída.

“El faltante de materia prima encendió todas las luces de alarma en la molienda. Para este año, calculamos que si no existiera la admisión temporaria de soja desde países vecinos, la industria dejaría de operar durante muchos meses”, alertó CIARA.

Además, repasó también que en los últimos cinco años las importaciones temporarias del poroto promediaron las 4,6 millones de toneladas y remarcó que “el incremento proyectado en las compras temporales de soja permiten mantener empleo industrial en el país y mantener encendida la principal industria generadora de divisas”.

Aun así, reiteró también que el nivel de molienda será el más bajo en 18 años. “Para encontrar cifras similares a las proyecciones actuales de molienda, hay que remitirse al año 2005, cuando la industria procesó 28,6 millones de toneladas”, precisó.