La diversificación de los sistemas hace que especies como arvejas y garbanzos pisen cada vez más fuerte dentro de las alternativas en la campaña fina. Los principales "tips" de manejo para tener éxito en esta apuesta.


La sequía, que se extendió por tres ciclos consecutivos sobre el sistema productivo argentino, frenaron la superficie implantada de legumbres invernales en la campaña 2022/23.

Pero según estimaron desde la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), con algunas recargas de agua en los perfiles y prácticas de manejo eficientes, se puede revertir este panorama.

El beneficio será doble, porque además de su buen comportamiento agronómico -que permite diversificar las rotaciones- se puede generar excedentes para abastecer al sector exportador, en un contexto de aumento en la demanda de legumbres.

Europa, Estados Unidos y Canadá son los mercados más exigentes en calidad comercial para consumo humano. La trazabilidad del producto es un punto que no debe descuidarse, porque los residuos fitosanitarios en grano y los parámetros de calidad son determinantes del precio.

GARBANZO Y ARVEJA
En el caso del garbanzo, explicaron que en Córdoba, el ideal sería llegar a la siembra con un 80% de capacidad de campo. Pero en función del precio del mercado, si son favorables se puede resignar algo de potencial, pero sin perder rentabilidad.

“En años secos, como éste, es posible plantear un cultivo en secano con un 60% de capacidad de cultivo, que representan unos 150 milímetros”, explicó Ariel Masgrau, socio Aapresid de la zona de Montecristo, en Córdoba.



Por el lado de la arveja, según Gabriel Prieto, del INTA, es posible iniciar una siembra con una carga de 100 milímetros en el perfil. Desde su perspectiva, al tratarse de un cultivo de ciclo corto, con siembras de junio a julio –en zona Núcleo- el mayor consumo hídrico es en septiembre, donde es esperable la recarga por lluvias.

De cumplirse estos parámetros, consideró que 250 milímetros pueden ser suficientes para la exploración radicular de la arveja en el primer metro de profundidad y lograr un buen cultivo.

Además de las lluvias, los profesionales aconsejaron acompañar con lotes limpios, bien drenados, sin problemas de encharcamiento y una correcta elección de fechas de siembra. Este último punto es clave, porque permite ubicar el período crítico para escapar a las heladas tardías en período reproductivo y las temperaturas superiores a 25 °C que resienten la tasa de crecimiento.


FERTILIZACIÓN Y ENFERMEDADES
Con lluvias adecuadas y un buen manejo de lote, el siguiente paso para asegurar el éxito es la fertilización nitrogenada. Realizada a la siembra y en cantidad mínimas, brindará mayor estabilidad en los rindes, porque las demás etapas del cultivo las necesidades son cubiertas gracias a la fijación biológica en raíces.

También es aconsejable cubrir las deficiencias en fósforo, en dosis de cinco kilos por tonelada de grano producido en arveja y ocho kilos en garbanzo.

Las principales enfermedades que afectan a estas legumbres son del tipo vasculares, donde no hay demasiado control químico y la resistencia genética no está desarrollada. En años húmedos, usarium, Pythium y Rhizoctonia son los hongos más difíciles de controlar.

“Las enfermedades de fin de ciclo también suelen ser muy explosivas y generar daños irreversibles”, advirtieron. De este modo, los monitoreos, detecciones tempranas y aplicaciones a tiempo reducen significativamente su incidencia.