Un informe del INTA destaca que la labranza cero permitió mejorar los rindes en zapallos, ajo y cebolla. Entre otras ventajas, se duplicó la eficiencia del uso del combustible y de la mano de obra.


El uso de labranza cero permitió mejorar los rendimientos en las producciones de ajo, cebolla y zapallo, de acuerdo a un trabajo realizado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).

Juan Pablo D´Amico -investigador en mecanización agraria e ingeniería rural del INTA Hilario Ascasubi-, consideró que si bien el mapa productivo nacional contempla técnicas conservacionistas como la siembra directa o labranza cero, aun no se ha implementado en la producción hortícola.


Uno de los cultivos en donde se adoptó esta modalidad fue en zapallo, a partir de la combinación de labranza cero y fertirriego. Se llegó a rindes de 51.000 kilos por hectárea, que duplicaron los mejores niveles de la zona y fueron cuatro veces superior al promedio.

Los datos del trabajo fueron por demás positivos. En comparación a la la mejor condición productiva de la zona, el cultivo de zapallo demandó sólo el 35 % de las labores, el 25 % del aporte de agua de riego, el 80 % del gasto de combustible y el 85 % los jornales.

“Considerando la cantidad de producto comercial cosechado por cada unidad de recurso insumido, la tecnología permitió duplicar la eficiencia del uso del combustible y de la mano de obra, y hacer ocho veces más eficiente el uso del agua”, enumeró D´Amico.

EL AJO, CON BUENOS RINDES
En el caso del ajo colorado, se analizó comparativamente su rendimiento de bajo un manejo con labranza cero, respecto del sistema convencional con labranza.

En ambos casos, se trabajó bajo riego por goteo. “Los rendimientos estuvieron en el orden de los 8.800 kg/ha de ajo comercial, sin diferencias entre tratamientos, ni en el peso medio de los bulbos ni en la distribución de calibres”, especificó D´Amico.

Y agregó: “Las diferencias favorables a la labranza cero estuvieron dadas por la drástica reducción en la cantidad de labores en la etapa de preparación del suelo y menor cantidad de intervenciones destinadas al control de malezas”.

LOS BENEFICIOS DE LA LABRANZA CERO
El cultivo sin remoción del suelo presenta una serie de beneficios, como contar con una cobertura con restos vegetales de cosechas anteriores, que previenen la erosión del suelo y mejoran la absorción del agua, hasta reducir las horas de trabajo, los costos e incrementar los rendimientos.

Si bien la labranza cero es una técnica ampliamente difundida en numerosos cultivos en nuestro país, D´Amico señaló que aún no alcanzó a la horticultura.

Para que sea efectiva en hortalizas, el trabajo del INTA brindó una serie de pautas para su implementación. Una de ellas es adecuar la rotación en función de los ciclos productivos: calidad y cantidad de cobertura vegetal debe ser compatible con la siembra del cultivo siguiente.

A su vez, es importante realizar un adecuado control de malezas, a fin de evitar que se produzcan semillas y logren un desarrollo importante.