En la localidad de San Vicente, Santa Fe, se creó en 1921 una empresa que fue el lugar donde nacieron las primeras cosechadoras de arrastre sudamericanas. Un nieto de los fundadores cuenta cómo surgió esa idea y los grandes hitos que tuvieron.


Desde la fugazzeta y la milanesa napolitana hasta el bypass, el bastón para ciegos, el test de embarazo, la jeringa desechable, el magiclick, la tapa a rosca, el silobolsa y el alfajor, Argentina fue pionera e inventiva a lo largo de su rica y convulsa historia.

No obstante, cuenta con un momento único en materia agroindustrial, y revolucionario desde el punto de vista técnico para la época en que se desarrolló. Es que en 1921, en nuestro país, se creó la primera fábrica de cosechadoras de arrastre de Sudamérica.


Se trata de Senor, la firma fundada por los hermanos Juan y Emilio Senor, instalada en la localidad santafesina de San Vicente, cuna de las cosechadoras, que fue la primera empresa fabricante de este implemento en el hemisferio sur del continente y por consiguiente en la Argentina.

Sin embargo, previamente, Pedro Senor, hermano mayor de los mencionados, fundó una herrería en San Vicente en 1890, donde se dedicaban a la reparación de implementos agrícolas y artefactos simples.

EL COMIENZO DE UNA HISTORIA
En 1919, Juan Senor decidió reformar una máquina importada, que había comprado un vecino para mejorar su funcionamiento, ya que no resultaba eficiente para el suelo pampeano.


Sección repuestos, antigua Planta Senor en San Vicente.

A partir de esa experiencia, los hermanos, se volcaron a la producción de equipos propios, de mayor tamaño. Esa es la razón principal por la que en 1920 fabricaron su primera unidad. En esta oportunidad, con motor Deutz a kerosene, arrastrada por caballos.

Desde ese momento, comenzaron a recibir pedidos para replicar este innovador equipo de cosecha desde varias regiones del país. En ese sentido, en 1921, instalaron la primera planta de cosechadoras de arratre de Sudamérica y para 1925 ya producían en serie, sin abandonar la aplicación de mejoras continuas en otros equipos.


En diálogo con Infocampo, uno de los sobrevivientes de esta rica historia, Danilo Senor, tercera generación de la fábrica, aún transcribe con nostalgia el recuerdo de toda una vida ligada a la actividad.

“Además de ser la primera fábrica de Sudamérica, Senor construyó la primera cosechadora a orugas destinada a la cosecha de Arroz, toda una novedad para la época”, recuerda el entrevistado, quien es hijo de Alfredo Senor y nieto de Juan.

Danilo comenzó trabajando en la línea de producción de la fábrica cuando tenía tan solo 18 años y luego recorrió el país como vendedor. “Mi padre me dio dos opciones: trabajar o estudiar, yo elegí la que más me gustaba en ese momento y comencé a ser parte de Senor desde muy joven”, cuenta emocionado.

VUELTA DE TUERCA Y LA RENOVACIÓN
Cómo es costumbre argentina, a inicios de la década del 30, la crisis llegó al país para los industriales y fabricantes por el descenso de importaciones. Esta situación, lejos de incentivar el desánimo y la desinversión, puso en relieve el espíritu emprendedor y esforzado del fabricante nacional.


Danilo Senor, nieto de uno de los fundadores: Juan Senor

Es así que debieron recurrir a otras fuentes de aprovisionamiento de insumos. Por ejemplo, llegaron a comprar tractores usados o autos para proveerse de motores. Además adquirían chapas de zinc que tenían destino para construir viviendas y la usaban para hacer los perfiles de las máquinas.

“Además de ser la primera fábrica de Sudamérica, Senor construyó la primera cosechadora a orugas destinada a la cosecha de Arroz, toda una novedad para la época”, sostuvo Danilo Senor, uno de los nietos de su fundador.

Luego, a mediados de esa década, se regularizó la importación y la producción aumentó. Para 1935, ya funcionaban 900 Senor en los campos agrícolas del país. En 1936 se fabricó el modelo B1, la primera autopropulsada, con 16 pies de corte: toda una novedad industrial para la época.


Por su parte, en 1939 comenzó la producción del modelo B2. En ese año tan particular, se produjeron 180 de arrastre y 26 automotrices. En 1940, en tanto, se habían vendido desde el inicio de la fábrica 1.148 máquinas.

Vale aclarar que Senor también trascendió las fronteras del país. “Tuvimos contactos y exportaciones en diferentes países: Chile, Perú, Paraguay, Bolivia y Venezuela. Además en Brasil, llegamos a tener una plata de montaje para armar las cosechadoras”, enumeró Danilo.

En aquel momento, el país carioca dejaba que las empresas argentinas importen maquinarias, solo si con el tiempo, iba incorporando autopartes locales a sus líneas de producción. “Brasil nos exigía un porcentaje determinado de materiales locales para producir. Nosotros comenzamos con las correas, luego las cubiertas y fuimos incorporando autopartes brasileños a nuestras cosechadoras. Sin embargo, el casco principal de las maquinas se fabricaban en San Vicente”, contó Senor, quien desde hace muchos años vive en la localidad bonaerense de Tandil.

“En la década del 70 me vine a Tandil a instalar un concesionario oficial de la marca y me fue muy bien. Hasta hoy tengo una casa de venta de repuestos que ya administra mi familia, pero siempre estoy cerca de ellos y haciendo algo”, explicó.

EL COMIENZO DE UNA REVOLUCIÓN
Si bien pasaron más de 100 años del acontecimiento histórico de la creación de Senor, que aún conmueve y enorgullece a los fabricantes argentinos, ese fue un hito revolucionario y contagioso. Es que desde allí y hasta la actualidad, argentina contó con 55 marcas de cosechadoras nacionales a lo largo y ancho de su territorio, de las que actualmente sólo quedan dos.

Según advierte el libro “Reinas Mecánicas” de José María Barrale, desde la fábrica Senor, salieron muchos creadores de otras industrias de cosechadoras. Tal es el caso de Simón Boffelli, su primer comprador de cosechadoras, y don Andrés Bernardín, uno de los primeros empleados de Senor.


En estos tres nombres se encuentran los protagonistas fundacionales de lo que serían las tres fábricas de cosechadoras que, en la década del 60, ofrecieron empleo genuino a la ciudad de San Vicente. Sin embargo, poco tiempo después, otras industrias llegaron para enriquecer este segmento industrial de la metalmecánica en otras zonas de la Argentina.

“Senor llegó a tener 300 empleados en San Vicente en el año 1964, en pleno auge de la empresa. Ese año se produjeron 600 unidades, todo un logro para una firma familiar y nacional”, declaró el entrevistado.