La situación climática fue el tema excluyente, dentro de una agenda que estuvo signada también por otro año con decisiones polémicas del Gobierno, el impacto de la guerra entre Rusia y Ucrania, y el tractorazo en la Ciudad de Buenos Aires.


Último día del año y buen momento para realizar un balance de lo que fue el 2022 para el campo y la agroindustria argentinos: un ejercicio con el gran sinsabor de la sequía, pero otras novedades positivas, como el retorno presencial de las grandes ferias y exposiciones.

A continuación, un repaso de Infocampo por los principales hechos que marcaron al sector en los últimos 365 días, y que tuvieron amplia cobertura en nuestra web.

EL CLIMA: UN VIENTO EN CONTRA
Ha sido sin dudas el tema del año para la producción agropecuaria argentina.

Enero comenzó con una ola de calor histórica y que dejó serios daños, no solo productivos, sino también por la sucesión de incendios, que tuvieron su capítulo más triste en Corrientes.

Pero la peor parte comenzó en el otoño, cuando se inició una de las peores sequías de la temporada “fina” de las que se tenga registro, debido a la acción por tercera campaña consecutiva de La Niña, algo que hace 20 años no sucedía.

Como corolario, también hubo una sucesión de heladas tardías que soplaron más viento en contra de la producción de trigo y de cebada, ambos granos que están terminando cosechas con muy malos números, mientras que la soja y el maíz también iniciaron sus ciclos con muchos problemas.

LA GUERRA Y LOS PRECIOS
En febrero, un hecho trascendental cambió el contexto global: Rusia invadió Ucrania y comenzó una guerra que todavía sigue en marcha.

Ambos países son claves en el comercio internacional de granos y subproductos, sobre todo de maíz, trigo y girasol, y por eso el conflicto generó un brusco movimiento alcista de los precios.

La soja, el maíz y el trigo llegaron a cotizar cerca de sus máximos valores históricos en el mercado de Chicago, aunque esa tendencia se morigeró con el avance del año, y el acuerdo que alcanzaron Rusia y Ucrania para permitir la salida de buques desde este último país.

DEL FIDEICOMISO DEL TRIGO AL “DÓLAR SOJA”
El contexto global enrarecido por la guerra en Ucrania y esta suba de los precios internacionales de las commodities fue la excusa que encontró el Gobierno nacional, para culpar a este fenómeno del proceso inflacionario local.

En ese marco, recurrió otra vez a las intervenciones: nació el “Fondo Estabilizador del Trigo Argentino”, un fideicomiso subsidiado con un aumento de las retenciones a la harina y aceite de soja, y que se utilizó para reducir el valor interno de la harina de trigo a los molinos.

De todos modos, la gran novedad del año en materia de decisiones políticas relacionadas al agro fueron las dos etapas del Programa de Incremento Exportador (PIE), la primera en septiembre y la segunda que está finalizando ahora en diciembre, y en las que se dispuso un tipo de cambio diferencial para fomentar las ventas de soja.

Con eso, el Gobierno logró conseguir los dólares que necesitaba en un contexto de asfixia financiera, pero tuvo problemas con sectores que usan a la soja como materia prima, como los tambos, los feedlots y los fabricantes de biocombustibles.

LIQUIDACIÓN RÉCORD
El “dólar soja” sirvió para aumentar las ventas de la oleaginosa e impulsar sus exportaciones, y de esta manera generar una lluvia de divisas.

De todos modos, aún sin el PIE, la liquidación de dólares de la agroindustria exportadora argentina ya venía siendo la mayor de la historia, de la mano de una cosecha 2021/22 que fue en general buena y de los precios internacionales altos antes mencionados.

El agro también es el principal motivo que explica un año que cerrará con valor récord exportado por Argentina, aunque el sector no estuvo exento de las trabas a las importaciones, que impactaron en la oferta de fertilizantes y fitosanitarios, en la maquinaria agrícola y estuvieron al borde de dejar en la parálisis a la industria de alimentos balanceados.

UN TRACTORAZO HISTÓRICO
En medio de las relaciones siempre tensas con el Gobierno nacional, con el presidente Alberto Fernández que en reiteradas oportunidades tildó de “especuladores” a los productores, el 23 de abril el ruralismo protagonizó una jornada histórica, con un tractorazo que llegó hasta el centro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).

Sin embargo, ese hecho tuvo un costado sorpresivo: no contó con el apoyo explícito de la Mesa de Enlace, lo que incluso valió que se generaran internas en algunas de las entidades.

OTRA VEZ, MINISTRO NUEVO
Las dificultades de gestión que encontró la administración de Alberto Fernández obligó a fuertes cambios en el gabinete, y el más sobresaliente fue la llegada de Sergio Massa como ministro de Economía.

Tal movimiento, provocó también que el Ministerio de Agricultura volviera a cambiar de líder: Julián Domínguez había reemplazado a Luis Basterra en septiembre de 2021, y menos de un año después, en julio de 2022, renunció y le dejó su lugar a Juan José Bahillo, que no asumió como ministro sino como secretario, debido a que Massa decidió incorporar a Agricultura dentro de la cartera económica.

Junto con Domínguez, se fue su secretario de Agricultura, Matías Lestani, quien protagonizó una fuerte polémica cuando decidió pasarse de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) a las filas de un gobierno kirchnerista.

NOS VOLVIMOS A VER
El 2022 también dejó como un grato recuerdo el retorno presencial de las grandes ferias y congresos, como Expoagro, Agroactiva, la Rural de Palermo, Aapresid, CREA, A Todo Trigo y Maizar, entre otros.

Dentro de estos eventos, quedó en el tintero el durísimo discurso que pronunció el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Nicolás Pino, en contra del Gobierno nacional.

LAS IDAS Y VUELTAS DE LA MAQUINARIA AGRÍCOLA
Muy relacionada a los grandes encuentros agroindustriales, la maquinaria agrícola tuvo un año que pasó del éxtasis, con un crecimiento de ventas que parecía irrefrenable, hasta que el contexto de sequía y la macroeconomía que pulverizó las opciones de financiación, llevó a que el año esté cerrando con una fuerte caída de las operaciones y una proyección muy pesimista para 2023 por parte de los fabricantes argentinos.