La posibilidad de que el fenómeno desapareciera hacia fin de año está casi descartada. La mayoría de los modelos números de pronóstico predicen que continuará al menos hasta febrero de 2023.


A mediados de año, una posible disipación del fenómeno La Niña para el último trimestre generaba algo de esperanza en los productores argentinos, temerosos del daño que podía generar una tercera temporada consecutiva con este fenómeno, algo que hace 20 años no sucede.

Las consecuencias negativas de la sequía que se vivió en el verano aún están latentes, y ni hablar los malos pronósticos para una campaña de trigo que ha transcurrido con el mayor déficit hídrico en casi 30 años en la zona núcleo.
Según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), el invierno 2022 fue 33% más seco que lo normal y fue el 7° con menos agua desde 1961, además de ser el quinto invierno consecutivo en que Argentina sufrió escasez de lluvias.

Y el común denominador de los inviernos más secos (1988, 1995, 2007, 2008, 2009 y 2021) fue el gran terror de los productores: la presencia de La Niña.

HASTA FEBRERO
El problema en este contexto es que, lejos de aquella esperanza de la posible llegada de un estado climático al menos neutro, está prácticamente confirmado que La Niña continuará no solo en la primavera, sino también durante todo el verano.

“Las temperaturas de la superficie del mar en el Pacífico ecuatorial y las variables oceánicas y atmosféricas clave se han mantenido consistentes con las condiciones de La Niña”, advierte la Oficina de Riesgo Agropecuario (ORA) en su reporte semanal.

Y agrega que “la mayor parte de los modelos numéricos de pronóstico predicen que el nivel de enfriamiento asociado a La Niña continuará hasta, al menos, diciembre-febrero de 2023”.
El 19 de septiembre pasado, por caso, se publicó la nueva perspectiva ENSO basada en modelos objetivos que pronostica “una continuación del evento de La Niña, con alta probabilidad durante la primavera y valores de probabilidad moderados durante el verano”.

“La primavera y el inicio del verano son momentos clave para la campaña agrícola, además de ser el periodo de mayor impacto de La Niña como inhibidora de las precipitaciones en la región pampeana y el NEA. Así, esta perspectiva no es alentadora, sobre todo si se tiene en cuenta que la situación de partida, en relación a la disponibilidad de agua en los perfiles, es en general deficitaria”, concluye la ORA.