Fue una posibilidad que se escuchó durante el Taller de Seguimiento Técnico Anual de Fontagro, que se realizó en Mendoza. El manejo, que ya se usa en Chile, supone “copiar” la forma en que se produce el maíz.


En Argentina se siembran anualmente unas 200.000 hectáreas de arroz, que se implantan fundamentalmente en zonas con altísimo contenido de humedad, incluso inundadas, del noreste argentino.

Por eso causó sorpresa una propuesta que se escuchó durante el Taller de Seguimiento Técnico de Fontagro, realizado en Mendoza.
Karla Cordero, una investigadora del programa mejoramiento genético de arroz del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) de Chile, aseguró que esta provincia y toda la región andina tiene potencial para sumar el cultivo del arroz.

Según Cordero, es posible bajo un sistema de intensificación de cultivo, transformando plantaciones de arroz en algo similar a “chacras de maíz” y liberándolo del efecto invernadero, generando un grano más sustentable y amigable con el medio ambiente.

UNO DE LOS ALIMENTOS MÁS DEMANDADOS
Cabe recordar que, junto a la soja y el maíz, el arroz es uno de los alimentos más demandados a nivel global, sobre todo porque su consumo es altísimo en las dos naciones más pobladas del planeta: China e India.

Argentina produce arroz que en su mayoría se exporta y es un negocio que viene creciendo, pero la principal problemática que tiene este cultivo es su alta huella hídrica, ya que utiliza demasiada agua para producir.

“Históricamente el arroz se ha hecho bajo inundación porque era el herbicida mas económico, pero hoy es el herbicida más caro”, graficó Cordero.

La investigadora planteó cómo sería el manejo agronómico para poder llevar el arroz al pie de las montañas: un Sistema de Intensificación del Cultivo del Arroz (SICA), que se utiliza en Asia, y que permite regar la producción del arroz y no inundarlo.

EL EJEMPLO DE CHILE
“Con esta metodología se bajan las densidades de siembra; es decir, hay que darle espacio a la planta. Se transforma el cultivo de arroz en una chacra de maíz. Lo hacemos hilerado y en seco con maquinaria. Y eso hace que sea de menor costo, reduce el insumo de las semillas. En Chile usamos entre 150 a 200 kilos de semillas por hectárea y esta metodología utiliza 40 kilos por hectárea”, mencionó Cordero.


Y agregó: “Eso ya significa una reducción de costo para el productor y una producción controlada. Necesitamos bajar costos, producir más con menos costos, menos insumos y menos impacto ambiental. Usamos menos semillas”.

“Es un cambio radical de cultivar el arroz, hacerlo al estilo del maíz. En Chile somos el arroz más austral del mundo en Chile, en latitud 36, y la ventaja es que al producir el arroz en zonas más frías y altas se eliminan enfermedades”, continuó la experta.

Relató en este marco que Mendoza tiene condiciones naturales para introducir variedades japónicas que son de nichos de mercado que tienen mayor valor en el comercio y generan un negocio más rentable. Estas variedades tienen un 30% más de ganancia en el mercado y tiene más alternativas de comercialización.